El científico loco en turno se dedicó a fabricar una criatura abominable en sus ratos libres. Como suele sucederles a estos individuos, no hizo un presupuesto previo y se encontró a mitad del proyecto con que ya no le alcanzaba para comprar acero, así que no le quedó más remedio que terminarlo con gelatina y tapioca.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario