domingo, 8 de agosto de 2010

El espíritu insoportable



Fue únicamente su propia pusalinimidad la que consiguió que pasara tanto tiempo en un trabajo que aborrecía.

Los primeros años desarrolló migrañas y eccemas, más tarde úlceras y convulsiones, pero lo que finalmente lo mató fue el "fantasma del odio" (como lo llamaba en el diario que escribía a escondidas en los libros contables).

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