domingo, 17 de julio de 2011

Nuevos descubrimientos arqueológicos

Todo el pueblo de Huichatepec saltó de gusto cuando se enteró de que unas excavaciones realizadas en sus estériles tierras sirvieron para descubrir piezas de valor arqueológico incalculable.
Esto sin duda atraería manadas de turistas, con la correspondiente derrama económica, que rescataría a Huichatepec de su milenaria historia de miseria e indiferencia.


Herr Klaus Holliger, amante de las culturas prehispánicas, vivía apaciblemente su retiro en una casa cerca de Huichatepec y quiso aprovechar la ocasión para construir un museo que albergara las piezas recién descubiertas; un museo que llevara su nombre, claro está.

Habló con algunos habitantes del lugar, y éstos le llevaron dos o tres figuras que a su juicio representaban deidades desconocidas. Herr Holliger, lleno de emoción, agradeció el gesto con un fajo de billetes.

Los billetes eran de a peso, pero lograron el efecto deseado; hombres, mujeres y niños hacían fila frente a la casa del alemán para entregarle figuras cada vez más extrañas.
Holliger consiguió los inversionistas americanos y europeos necesarios para financiar el museo de sus sueños y en un par de años logró atestarlo de piezas provenientes de la cultura "Tepochtla", como le dio por llamarla.

Desafortunadamente, este personaje murió poco después. Cuentan que en una ocasión fue a visitar Huichatepec y para su sorpresa (demasiado fuerte para su pobre corazón) encontró que toda la población había abandonado su trabajo habitual para moldear, hornear y transportar "vestigios tepochtlas" al febril ritmo que demandaba el mismo Herr Holliger.

Claro que esta versión no se cuenta, pues el museo sigue en pie hasta el día de hoy y todavía atrae uno que otro turista.

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