jueves, 28 de abril de 2011

Jugo de tomate


Cuando era pequeño, mi madre me cantaba canciones para dormir. En algún momento debió haber agotado su repertorio, porque empezó a cantarme canciones publicitarias.
Una que dejó huella en mi vulnerable subconsciente infantil hablaba de unos tomates, que estando en medio de un paroxismo de alegría se ven asaltados por un verdugo con intención de hacerlos jugo.
Las verduras en cuestión aceptan gustosamente el sacrificio con tal de que la lata que contiene sus entrañas licuadas ostente el nombre de una prestigiosa marca de jugo de tomate.

En ese entonces me repugnaba el jugo de tomate, y por tanto, el ofrecimiento inútil de unos tomates que daban la vida para que más niños pudieran sufrir al ser obligados a beber sus cadáveres.

Todo esto pensaba mientras mi madre trataba de dormirme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario